domingo, 29 de mayo de 2011

Bendice Alma Mía



Bendice, alma mía 
a Jehová; 
Y bendiga todo mi ser 
su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová, 
Y no olvides ninguno 
de sus beneficios.
El es quien perdona 
todas tus iniquidades, 
El que sana todas tus dolencias
Salmo 103:1,2,3


En muchas ocasiones el Salmista parece relatarnos el diálogo interno, aquel que se produce cuando está ante el altar de Dios. Un llamado a la sujeción de los pensamientos para enfocarse en la adoración a Dios, desechando cualquier otro pensamiento.
Bendice alma mía, es un llamado a disponer todo el ser y todos los sentidos a la alabanza a Dios.


Bendiga todo mi ser su Santo Nombre. Otra traducción dice: "bendigan todas mis entrañas su Santo nombre". Se compromete todo el ser, no sólo el espíritu, sino  cuerpo y alma.


No olvides. Cuando ya hemos superado los malos momentos, somos proclives a olvidar. La memoria es una especie de tamiz, un cedazo, donde va quedando lo mejor. Aquí el Salmista tiene la profunda certeza de haber sido liberado, salvado y perdonado por Dios. Entonces, desde este estado de serenidad comienza su canto de reconocimiento y alabanza a Dios.


No olvides ninguno de sus beneficios. La fidelidad y el gran amor de Dios merecen el esfuerzo de traer a la memoria experiencias pasadas, aquellas que ponen en evidencia su intervención y su misericordia.


Mirando hacia atrás podemos darnos cuenta de qué cosas o circunstancias nos ha librado Dios. Cómo ha limpiado nuestra conciencia trayéndonos a la paz del perdón, brindándonos nuevas posibilidades de vida. Y cuando todo está bien, también es Dios, en su misericordia, quien ordena y sustenta nuestra "normalidad"


¡Bendice alma mía a Jehová 
y no olvides ninguno de sus beneficios!

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