viernes, 17 de agosto de 2012

Nutrición



Como de médula y de grosura
será saciada mi alma,
con labios de júbilo
te alabará mi boca.
Salmo 63: 5

El salmista nos recuerda que es un festín venir a la mesa de nuestro Señor. No hay mayor bien que ser saciados por el santo Espíritu de Dios, que nos capacita para recibir el pan espiritual. El alimento que Dios provee al alma nos habla de su tierno amor. Aun en el desierto y la soledad, Él se ocupa de sus hijos y envía su maná.

Cuando pedimos "el pan nuestro de cada día", Dios ya ha provisto nuestro sustento para saciar todas nuestras necesidades.

¡Gracias Señor, por tus delicias que sacian nuestra alma!

Pintura: Irina Starzhenetskaya

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