miércoles, 17 de octubre de 2012

Mi defensa



De tu presencia proceda
mi defensa;
vean tus ojos la rectitud
Salmo 17: 2


Nada hay en nosotros mismos que nos haga dignos del Amor de Dios. Es sólo la gracia, el perdón y la cruz de Cristo lo que nos da la justificación y una apropiada y total defensa. El Apóstol Pablo lo dice de la siguiente manera, en su carta a Los Romanos:
"Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo"

 Es el Creador del universo, Dios Eterno, quien nos puede declarar  inocentes y nos hace parte de su reino. Esto no nos vuelve inmunes a la crítica, el dolor, la tristeza  o la enfermedad, pero nos permite vivir con esperanza, bajo la protección divina. En los tiempos difíciles podemos imitar al salmista que, sintiéndose acosado  e inseguro, mantiene en alto su oración y apela en los cielos, su defensa en la tierra.

¡Gracias Señor por tu amor eterno!





Fotos: Playa Cheuque
Región de la Araucanía, Chile
(Gracias Víctor)


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