martes, 26 de marzo de 2013

Buenos amigos

Encuentros con Jesús,
un Salmo hecho Vida





y tuya, Señor, es la misericordia,
pues Tú pagas a cada uno
conforme a su obra.
Salmo 62: 12


Hoy quiero referirme al encuentro con Jesús, de un hombre incapacitado para movilizarse por si mismo. Fue llevado por cuatro de sus amigos. Ellos decidieron llevarlo ante Jesús, asumiendo todos los costos y desafiando todos los obstáculos en el camino.

Quizás el primer desafío fue convencer al enfermo, que seguramente ya estaba resignado a su suerte; probablemente vivía de la buena voluntad y generosidad de sus vecinos, sin más horizonte que su cuarto o su "metro cuadrado".  
Una cosa es querer ayudar al amigo y otra es caminar con él, cargando  todo su peso, hasta el lugar donde Jesús se encuentra. Cuando llegan al lugar se enfrentan al segundo desafío; una multitud rodea al Maestro, es impensable llegar a su lado y entonces surge la creatividad, la osadía y el esfuerzo supremo: todo por un amigo.
El relato bíblico dice que subieron con el enfermo hasta la azotea, "quitaron parte del techo... y,  a través de la abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico". Más y más esfuerzo físico, más y más coraje, probablemente, desafiando hasta la voluntad del enfermo que muchas veces habrá protestado diciendo - gracias amigos, volvamos a la casa, es imposible ver a Jesús.

La compasión de Jesús es tanta que no sólo levanta, sano y salvo, al paralitico sino que también ve "la fe de ellos", la de los amigos, que jamás dudaron que el Señor tenía lo que el enfermo necesitaba.

La tenacidad de los cuatro amigos me lleva a examinar mi propia actitud frente a las personas cercanas que están postradas física o emocionalmente.  Tristemente somos muy proclives a abandonar a quienes más ayuda necesitan.

El salmista nos desafía a confiar en el poder de Dios y en su misericordia; los cuatro amigos nos invitan a recorrer "contra viento y marea" el camino largo y difícil del amor en acción, el mismo que recorre Cristo, a favor nuestro.

Imagen tomada de la web

El relato al que me he referido lo puedes encontrar
en: San Marcos cap. 2 
también en: San Mateo cap. 9 y en San Lucas cap. 5



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