lunes, 11 de marzo de 2013

La luz de su rostro


Muchos son los que dicen:
"¿Quién nos mostrará el bien?"
Alza sobre nosotros, Jehová,
la luz de tu rostro.
Salmo 4: 6

Imaginemos por un momento nuestro mundo sin luz. ¿Cómo sería la vida si no tuviésemos acceso a la luz?

En tiempos del salmista la oscuridad era una verdadera limitación en el desarrollo de todas las actividades humanas. Al caer el atardecer había que recogerse porque los medios para la iluminación artificial, que permitieran prolongar las horas hábiles del día, eran escasos.

El Génesis nos dice que al principio (ese principio que está escondido en la eternidad) "la tierra estaba desordenada y vacía". En ese escenario caótico se levanta la voz de Dios que dice: "sea la luz y la luz fue hecha". Ya sabemos que es la luz lo que permite el orden y la oscuridad significa que todo queda escondido entre las sombras y  penumbras, lleno de riesgos y peligros.

En la vida espiritual Dios mismo nos envió su luz a través de Jesucristo. Dice el Evangelio según San Juan: "En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres"
Esa luz a diferencia de cualquier otra luz, tiene vida propia, esto es lo que le permite conquistar todo lugar de tinieblas. La luz necesaria para el desarrollo de nuestra vida espiritual, no está en el conocimiento, o en nuestros méritos personales.  No la alcanzamos con la mente sino con un corazón dispuesto ante 
la Luz de Su rostro.

¡Oh Señor, alza sobre nosotros hoy tu luz de vida!

Pintura: Felix Vallotton

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