miércoles, 10 de abril de 2013

Corazón roto



El sana a los quebrantados de corazón
y venda sus heridas.
Salmo 147: 3

La primera vez que escuche este verso no podía parar de llorar; porque lo encontré de una ternura que hasta el día de hoy me conmueve. En ese tiempo pertenecía a lo que, mis amigas y yo, llamábamos "el club de los corazones rotos". Esas eran penas de amor adolescente. Pero sin duda todos los días alguien siente que le han roto el corazón.

Sin importar la edad, las penas y decepciones, el desamor, los sueños rotos, las pequeñas o grandes traiciones  nos acongojan y sentimos "roto" el corazón.

El salmista nos asegura que el Señor sana los corazones heridos. Él sabe de aflicciones y soledad; conoce las decepciones, traiciones, burlas y el desamor. Cuando entregamos nuestras penas y quebrantos al Señor, lo hacemos en realidad al Hijo de Dios, el mejor médico, cuya ciencia incomparable es tan grande como lo son su bondad y su dulzura.

El salmista también nos dice que el Señor venda las heridas; es decir nos acompaña durante todo el proceso "terapéutico". Nos acoge en su regazo y pone todo los necesario en nuestras heridas; especialmente "vendaje" suave, limpio, luminoso, que nos llena de fortaleza espiritual.


¡Oh Señor, mi corazón está a salvo contigo!

Pintura: Miriam Schapiro

Dedicado a mi Catita

1 comentario:

Gladys Lavanderos dijo...

His tenderness is like no other...

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