viernes, 26 de abril de 2013

Dios eterno




Desde el principio Tú fundaste
la tierra,
y los cielos son obra de tus manos.
Ellos perecerán,
más Tú permanecerás;
y todos ellos como una vestidura
se envejecerán,
como un vestido los mudarás
y serán mudados;
pero Tú eres el mismo
y tus años no se acabarán.
Salmo 102: 25, 26 y 27

En estos versos el salmista elabora una alabanza a Dios, Creador y Rey del universo que permanece para siempre. La eternidad de Dios es uno de sus  santos atributos, quizás el más ajeno a nosotros por nuestra naturaleza finita y nuestras circunstancias donde todo envejece, se deteriora, cambia y se transforma. 

Dios permanece inmutable, desde siempre y para siempre; 
como lo dice Apocalipsis: "es principio y fin"

Gracias a este atributo divino de eternidad, tiene más fuerza la promesa gloriosa de Cristo resucitado: "... Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Evangelio según San Mateo). Esta promesa nos permite descansar en la eternidad de Dios y su inmutabilidad. Nuestra vida finita y llena de dificultades tiene una esperanza en la eternidad de Dios y su santo Amor.


Para considerar: estos versos son citados por el escritor 
del libro de Hebreos (Hebreos 1: 10)


Foto: Amanecer sobre el Lago Ladora

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