domingo, 26 de mayo de 2013

Una decisión acertada




Alabaré al Señor en todo tiempo;
a cada momento pronunciaré sus 
alabanzas.
Salmo 34: 1
(NTV)

Alabar al Señor es siempre oportuno . El salmista dice Alabaré al Señor en todo tiempo, una decisión de la voluntad pero que seguramente nace de un sentimiento  de gratitud. En esta expresión, es relevante la frase en todo tiempo.

Tenemos que reconocer que alabar a Dios en tiempo de tristeza, de ansiedad, o de temor, es francamente difícil. ¿Cómo se canta cuando un hijo está enfermo; o cuando te quedas sin trabajo y tienes todo tipo de necesidades...?
No se trata de tener una actitud indiferente o caer en la enajenación, o negar las circunstancias que nos afligen. Sabemos que todos nuestros sentimientos los podemos traer a la presencia del Señor, con entera honestidad. 
Desde mi punto de vista, alabar en todo tiempo es una actitud de confianza; es la certeza de que Dios tiene todo bajo su dominio y Él sostiene nuestra vida y nuestras circunstancias. Alabar al Señor en todo tiempo es ordenar nuestras prioridades, dejando que Él ocupe el centro y el lugar más importante en nuestra vida.

En más de alguna oportunidad, estando en grandes dificultades, lo único que podía hacer era rogar una y otra vez por mis problemas, como si Dios necesitara un recordatorio, o como si tuviese la obligación de batallar constantemente con la situación. Realmente es muy consolador traer nuestras plegarias ante Dios, pero hay una mayor bendición cuando nos disponemos para alabar a nuestro Dios sabiendo que Él no nos deja solos en ningún instante; así, el foco de nuestros pensamientos deja de ser lo que nos ocurre para situarse en la grandeza y eternidad de Dios, nuestro Padre. Esa alabanza es como una suave brisa que despeja las nubes en el cielo y nos permite ver brillar el sol, que siempre ha estado allí.

Alabar al Señor en todo tiempo no es un  "conjuro" mágico que nos quite nuestros dolores en forma instantánea. Pero eleva nuestros pensamientos, alivia y nos conforta, porque es el Espíritu de Dios que nos regala paz, serenidad y gozo del alma. 

¡Alabaré al Señor en todo tiempo!

Pintura: Alphonse Osbert

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