jueves, 25 de julio de 2013

Una ofrenda de palabras




Señor, acepta la ofrenda que
brota de mis labios;
enséñame tus juicios.
Salmo 119: 108
NVI

Nuestras palabras tienen un poder especial, Con nuestra palabras podemos abrir puertas, tocar corazones, entregar amor y consuelo. Con nuestras palabras hacemos declaraciones, compromisos y promesas,  Con palabras nos movemos en el mundo de las relaciones interpersonales y ellas son como monedas que nos ayudan a hacer las transacciones necesarias para la convivencia diaria.

Pero, sin duda el mejor, el más adecuado y a la vez sublime, uso que le podemos dar a nuestras palabras, es aquel que nos ayuda a elevar una alabanza a Dios, una ofrenda de amor a nuestro Dios y Padre.
Necesitamos palabras puras, dulces, suaves, honestas y verdaderas para que esta ofrenda sea digna de ser recibida en 
el altar supremo de Dios. 

El único modo de purificar nuestras palabras es dejando que pasen por el crisol de los juicios del Señor. Son los preceptos divinos los que pueden limpiar nuestro corazón para que broten palabras nuevas y perfectas, porque "de la abundancia del corazón habla la boca" (Jesús - Evangelio según San Mateo)


Señor, enséñame tus juicios
para que la ofrenda que
brota de mis labios,
sea aceptable para Ti.

Pintura: Edgar Maxence

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