martes, 27 de agosto de 2013

Por su justicia



¡Alabaré al Señor por su justicia!
¡Al nombre del Señor Altísimo
cantaré salmos!
Salmo 7: 17

Pocas veces damos gracias a Dios por su justicia y casi siempre lo hacemos cuando coincide con nuestro propio sentido de justicia. En nuestro concepto, justicia tiene que ver con algo que se ha ganado o que se merece. En las palabras de Aristóteles, justicia es: "Dar a una persona su merecido

La justicia de Dios, como todos sus atributos, es santa. Los teólogos nos dicen que Dios templa su justicia con misericordia, para significar el misterio del Amor de Dios por todos sus hijos; un Amor que toma nuestras aflicciones, nuestros dolores y nuestros errores y los transforma en aprendizaje, transformándolos en bendición multiplicada.

La justicia santa y divina del Señor opera en todo tiempo, sobre todo y sobre todos. Si Dios nos aplicara nuestro propio concepto de justicia, sin duda moriríamos. Pero Él nos mira a través de su Hijo Jesucristo, por quien alcanzamos justificación y perdón de pecados. Dios nos ve tal como somos (quedamos desnudos ante su presencia), pero somos cubiertos con el manto de la justicia de Dios, un gesto de compasión que nos permite alcanzar plena comunión con nuestro Padre-Dios.

Puede parecer muy duro pero creo que el Profeta Isaías tiene mucha razón al decir: "todos nosotros somos como cosa impura, todas nuestras justicias como trapo de inmundicia". La justicia de Dios es muy distinta, quizás en nuestras palabras no podríamos definirla.  Una buena aproximación sería decir que la justicia de Dios está al servicio de sus santos  propósitos. En ella confiamos.

¡Señor, te alabamos por tu justicia!
¡te damos gracias por tu misericordia!

Pintura: Renato Meziart

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