viernes, 4 de octubre de 2013

Donde habitamos




Una sola cosa le pido al Señor,
y es lo único que persigo;
habitar en la casa del Señor
todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura
del Señor
y recrearme en su templo.
Salmo 27

Esta es una plegaria intensa y apasionada, llena de adoración a Dios. Sabemos que este es un salmo de David, un hombre de acción, un guerrero que había probado todo lo que un hombre puede desear en la vida; tuvo riquezas y bienes, poder y autoridad, recibió respeto, alabanzas y adulación; seguramente conocía muy bien
los rituales del templo.
Definitivamente, no creo que estuviese pensando en irse a vivir al templo y sin embargo siente la necesidad de estar en la presencia de Dios. Su necesidad espiritual lo llama a dejar de lado los rituales y las palabras vacías de emoción, intención y devoción. David busca ese encuentro personal e íntimo para contemplar 
la hermosura del Señor.
Ese deseo tan ardiente no se conforma con un poco, una parte, o un momento. David busca la intimidad ininterrumpida y sin reservas, todos los días de su vida.
Ya no se trata de venir a la presencia de Dios, "de visita", David anhela habitar junto a su Dios.

David tambien cantó, de Dios:
...en tu presencia hay plenitud de gozo
delicias a tu diestra para siempre
Salmo 16: 11

Sin importar donde vivamos en esta tierra, nuestro mayor anhelo es  habitar en la casa del Señor, para simpre.

Pintura; Edward Cucuel

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