miércoles, 2 de octubre de 2013

Esperanza verdadera




Y ahora, Señor, ¿qué esperaré?
Mi esperanza está en ti.
Salmo 39: 7


Hace muchísimos años atrás, cuando mi Cata era muy niñita, antes de salir de la casa (especialmente si lo hariamos en auto) teniamos como hábito recitar a modo de oración, un verso tomado del Libro del Profeta Isaías, que aquí comparto:  
Porque con alegría saldréis,
y con paz seréis vueltos;
los montes y los collados
levantarán canción
delante de vosotros,
y todos los árboles del campo
darán palmadas de aplauso
Libro de Isaías 55: 12

Hoy, tengo plena conciencia de que la gran mayoría de las veces ponía toda mi confianza en aquellas  palabras repetidas de memoria, como un "seguro", un talismán o una cábala para ahuyentar el miedo a los imprevistos del camino.

El salmista, ante sus dudas y lo incierto de sus circunstancias, reflexiona con sabiduría -¿qué esperaré?... sin importar lo que venga... Mi esperanza está en ti, Señor.

Nuestra fe y nuestra esperanza son reales únicamente cuando están puestas en el Señor mismo. Hay una gran diferencia entre confiar en nuestras oraciones, y poner toda nuestra fe y esperanza en el Señor a quien oramos. Poner nuestra esperanza en el Señor nos hace libres, tenemos paz, descanso y alegría, porque nuestra seguridad deja de ser la ausencia de riesgo o una garantía que elimine el dolor; nuestra seguridad es Dios Todopoderoso que jamás nos dejará solos  y nos sostiene junto a Él aun en medio de las circunstancias más adversas.

¡Oh Señor, Tu eres nuestra Esperanza verdadera!

Ilustración de Boyoun Kim

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