domingo, 12 de enero de 2014

Lo que nos protege

Haz bien, Señor, a los que son buenos,
a los de recto corazón.

Pero a los que van por caminos torcidos
deséchalos, Señor, junto con los malhechores.

¡Que haya paz en Israel!
Salmo 125: 4, 5



Haz bien, Señor...
a los de recto corazón

Los primeros versos de este salmo,  comparan la fortaleza espiritual que Dios nos da, con los montes que rodean la ciudad de Jerusalén.
Las personas que practican montañismo saben lo peligroso que es adentrarse en la alta montaña, solos y desprovistos de un equipamiento  adecuado. En los tramos de mayor riesgo, los escaladores se amarran unos a otros. De este modo el más diestro y experimentado va al frente abriendo camino; mientras los demás apoyan el trabajo, y  si eventualmente alguien resbala,  la firmeza de sus compañeros anclados a la roca, impedirá que caiga al vacio.

Caminar en compañía, participar en la comunidad de creyentes, no solo es enriquecedor sino también saludable y estimulante para nuestra fe. Sentirnos acompañados no disminuye el riesgo pero nos ayuda a perseverar en el camino correcto, junto a nuestro Señor y Dios Todopoderoso.

¿Cómo podríamos estar seguros de que en algún momento no formaríamos parte de aquellos, de quienes el salmista nos advierte, "los que van por caminos torcidos"? - Sólo la gracia de Dios y el estímulo de los compañeros de ruta nos pueden ayudar a permanecer en el Camino correcto, sabiendo que:


Como rodean las colinas a Jerusalén,
así rodea el Señor a su pueblo


Fotografía: Parque nacional Conguillio - IX Región -Chile
Fotógrafa: Linde Waidhofer

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